Eres una fanática de la cocina. Tus invitaciones gastronómicas son irresistibles, y tus comensales disfrutan a lo grande por orden explícita de sus felices paladares.

Sin embargo, notas que desde hace un tiempo hay quienes comienzan a rechazar tus cordiales invitaciones. Te preguntas si es que ya no cocinas tan bien, si hay algo malo en tu comida… Finalmente caes en cuenta de que todos tus invitadores regulares tienen sobrepeso y que es culpa del contenido calórico de tus comidas.

A continuación, 11 consejos para hacer más "livianos" tus manjares.

1. Spray de cocina de canola

Con frecuencia, resulta bueno rociar una pequeña cantidad de aceite de oliva o aceite de canola en la superficie de una cacerola o sobre el alimento mismo, en lugar de empapar o sumergir toda la comida en aceite. En cualquier caso, si aún continúas usando el aceite de esta manera, hazlo un poco menos menos. Prueba usando el spray, que deja una cantidad aceite en la superficie del alimento de modo que éste puede dorarse mientras se cocina.

2. Cáscara de lima, limón, o naranja

La cáscara, o la capa exterior, de una fruta cítrica está llena de aceites aromáticos y sabor, y es una forma fácil de resaltar el gusto de las pastas y las tartas. A la hora de alivianar recetas, es importante destacar los sabores para compensar la falta de grasas. Usar cáscaras de frutas es una de las mejoras formas de hacerlo, ya que agrega mucho sabor y nada de grasas. Usa esta técnica especialmente en el preparado de panecillos, tortas, tartas y panqueques.

3. Sartenes, cacerolas, y fuentes antiadherentes

Al usar cacerolas, sartenes y fuentes antiadherentes (o teflonadas) necesitarás menos aceite para prevenir que la comida de pegue. Estos instrumentos hacen que la cocina y la cocción ligeras sean mucho más fáciles. Si bien son un poco más caros, tu salud y tu silueta lo agradecerán.

4. Vino

Cuando elimines parte de las grasas de tus alimentos, necesitarás agregar otro ingrediente para compensar la pérdida de humectación consecuente. El vino funciona de maravillas en recetas en las que su sabor se complementa con el sabor del plato —vegetales salteados, adobos, salsas, e incluso el horneado de ciertos panes o postres—. En lugar de vino, incluso, puedes usar caldo o cerveza sin alcohol para saltear vegetales; jugo o puré de frutas para adobos, salsas y cobertura de postres; o jugo de rutas, yogurt, crema o licor para panecillos, tortas, etcétera.

5. Sustituto del huevo

Los sustitutos del huevo están hechos, en su mayor parte, de clara de huevo, y son de mucha utilidad a la hora de alivianar platos del tipo de quiches u omelets. Para platillos hechos en su mayor parte con huevos, puedes usar una mitad real de huevos y otra mitad de sustituto sin siquiera sentir la diferencia en cuanto a textura o sabor. Ten en cuenta que ¼ taza de sustituto equivale a 1 huevo grande.

6. Crema agria desgrasada

La crema agria desgrasada es el boom en materia de recetas livianas por dos razones: es un reemplazo fácil de la crema agria natural, y también puede usarse como un sustituto de algunas de las grasas que has eliminado en recetas de horneado, como brownies, tortas o panecillos.

7. Menos queso o queso de menos calorías

Tienes dos opciones light en lo que se refiere a recetas que contienen queso: puedes usar —como mucho— la mitad del queso normal que se necesita, o puedes usar la misma cantidad requerida pero eligiendo un queso Light o reducido en grasas. Las recetas, a menudo, piden más cantidad de queso que la necesaria, así que si decides mantenerte con el queso normal, podrás arreglártelas bien usándolo en forma menor a la listada en la receta.

8. Queso crema light

Parece queso crema, tiene el mismo gusto que el queso crema, pero es queso crema light, con una cantidad menor de grasas de entre un 1/3 a ½, dependiendo de la marca. Para recetas que requieren queso crema —tarta de queso, galletitas, panecillos, guisos, paté, salsas, etcétera— puedes usarlo en su versión Light sin experimentar diferencias notables. Si aun deseas recortar más calorías y grasas, usa un queso crema semi desgrasado. No utilices queso crema cero calorías para tus comidas ya que el sabor y textura están demasiado lejos del normal.

9. Carnes magras y desgrasadas

Comprar carne magra o desgrasada (como son el pollo sin piel, las salchichas Light, y los cortes menos grasos de la carne de vaca o carne de cerdo) para tus recetas puede arrancar las calorías y reducir el nivel de grasas en unos puntos sin que cambie el gusto del platillo en preparación. No olvides cortar cualquier grasa blanca visible en la carne antes de agregarla a tu receta.

10. Endulzantes

Se parecen en textura al azúcar, y en muchos casos saben igual, incluso se los mide de la misma manera, pero son sólo mitad azúcar. Son los nuevos tipos de azúcar, que resultan más que apropiados a la hora de cocinar. Antes de que sigas leyendo: son caros —pero valen la pena—.

Splenda es un endulzante sin calorías que contiene sucralosa. Éste está hecho a partir del azúcar, por lo que verdaderamente sabe a azúcar y no deja un gusto desagradable en la boca.

La sucralosa es el único endulzante de bajas calorías que se fabrica a partir del azúcar. Es 600 veces más dulce que el azúcar y se lo puede utilizar como si fuera azúcar en una gran variedad de alimentos. La sucralosa puede utilizarse en reemplazo del azúcar para eliminar o reducir las calorías de una amplia variedad de productos, como por ejemplo, bebidas, productos horneados, postres, productos lácteos, frutas enlatadas, jarabes y condimentos.

Margarinas reducidas en grasa

En las recetas de cocción, cuando no logras sustituir el aceite de canola, puedes usar margarina reducida en grasa —aproximadamente 8 gramos de grasa por cucharada—, que no contiene grasas trans y que reduce la ingesta de grasa en 1/3. Funciona bien en todas las recetas, desde tortas y galletitas hasta patatas fritas.

sábado, 1 de marzo de 2008

Dieta Hipocalorica

La dieta, en términos generales, es la suma de alimentos ingeridas por una persona, según sus gustos y necesidades.

La misma debe ser variada y equilibrada estando formada por los diferentes grupos de alimentos para, así poder, cubrir todas las necesidades energéticas y nutritivas de la persona. En otras palabras, la dieta diaria es aquella que ingerimos o comemos día a día para poder mantener nuestras funciones vitales.

Si nuestra manera de comer hace que no se cubran esas necesidades básicas de nutrientes, nuestra salud se verá afectada. Una de las dietas más recomendadas por los especialistas en nutrición, es la famosa dieta mediterránea, la que debido a su gran variedad y tipo de alimentos es absolutamente beneficiosa para la salud.

Por lo tanto, el termino dieta no debe estar referido solo a aquellas personas que deben seguir un tipo de alimentación especial, ya sea para reducir el peso, aumentarlo, por carencias, o por demás enfermedades, las cuales si están caracterizadas por la supresión o adición de determinados alimentos, según corresponda.

Las bases de una buena dieta diaria son:

  • que incluya una gran variedad de alimentos de manera equilibrada
  • que sea moderada en azucares refinados, grasas saturadas y sal
  • que nos permita mantener el peso ideal correspondiente a un buen estado de salud sin oscilaciones bruscas.
En el caso de una alimentación donde se busca lo antes dicho es donde nos detendremos en la tan nombrada dieta hipocalórica.

Lamentablemente, la mala fama de las dietas se debe a un sin numero de propuestas milagrosas y surrealistas que prometen resultados instantáneos y sin esfuerzos.

Las promesas milagrosas son totalmente falsas y peligrosas para nuestro organismo ya que son dietas muy pobres en calorías y nutrientes. Sus desequilibrios alimenticios llevan como consecuencia a caer en enfermedades y en carencias nutricionales.

Una dieta hipocalórica debe estar siempre avalada por un especialista en la materia para, de esta forma, aseguraremos que la misma contenga todos los nutrientes necesarios correspondientes a la persona, según su edad, sexo, y actividad. Es decir, adecuada a cada individuo, siempre con la proporción y reducción calórica que se considere necesaria.

La dieta hipocalórica, junto con el ejercicio físico, son la única solución frente al sobrepeso y la obesidad. La finalidad de estas dietas, es lograr una reducción del peso corporal, para luego conseguir un posterior mantenimiento, sin efecto rebote.

Siguiendo una dieta hipocalórica, la persona no tiene porque pasar hambre, sino todo lo contrario, la misma debe contener alimentos que generen saciedad pero con menos calorías.

El éxito de una dieta hipocalórica depende de la correcta elección de los alimentos, de la cantidad y formas de cocción y a esto ayuda en gran cantidad la actividad física cotidiana que la acompañe.
Puntos clave de la dieta hipocalórica:
  • Los alimentos básicos que deben estar presentes en este tipo de dietas incluyen a los lácteos desnatados (descremados), los huevos, las carnes magras, pescados, frutas y hortalizas. Los hidratos de carbono complejos como ser arroces, pasta, pan y patatas presentes en cantidad reducida y las legumbres con frecuencia semanal.
  • La cocción debe evitar las frituras, rehogados, saltado en aceites, mantequillas o grasas. Se recomendarán cocinar por hervor, al vapor y las papillas, asar a la plancha, grilla o parrilla, y tratar de conservar y hacer cocción en el jugo propio del alimento.
  • Reducir el consumo de sal. Al ser mínimo o evitado, se previene la retención de líquidos, además de que en exceso no es un buen aporte nutricional.
  • Diariamente se recomienda beber 1.5 a 2 litros de agua. Esta es fundamental como vehículo de eliminación de toxinas.
  • Nunca evitar o saltar comidas. Por lo tanto, se deben realizar 5 comidas diarias, el desayuno, almuerzo, cena, y dos meriendas o colaciones. Una merienda a media mañana y otra a media tarde.
  • El desayuno debe realizarse siempre, es la ingesta que pone en marcha nuestro organismo y la que proveerá las calorías necesarias para comenzar la jornada. En este nunca deben faltar los carbohidratos. Ya sea pan, galletas, tostadas o cereales, no deben faltar nunca.
  • La cena debe ser más ligera que el almuerzo ya que el metabolismo se enlentece por las noches, donde las calorías de mas en ese rango horario, se acumularán como reservas grasas.
  • Las frutas deben consumirse en las meriendas acompañadas con algún lácteo desnatado, como por ejemplo un yogur.
  • El almuerzo y la cena deben estar formados por vegetales y algún alimento rico en proteínas (carnes magras, pescados o huevos). A modo de postre se puede agregar un yogur desnatado o una gelatina dietética.
  • Los hidratos complejos: arroz, pasta, patata y pan, deben consumirse con una frecuencia semanal. Siempre en el almuerzo y no en la cena.
  • Las legumbres por su alto aporte de calorías, también se consumen una vez a la semana.
  • Cuantas más veces a la semana se ingiera pescado blanco, mas se reduce la grasa corporal total.
  • Incluir aceites solamente en crudo y como aliño (aderezo) de ensaladas y verduras.
  • Evitar principalmente todo alimento que sea abundante en grasas, los azucares refinados y las bebidas alcohólicas. Ejemplo: Salsas, frituras, la bollería (pastelería) y los aperitivos.
Siguiendo estas pautas y acompañandolas con un poco de ejercicio físico diario lograremos una reducción segura de peso, agilidad y buena salud. Este es el real objetivo que justifica el esfuerzo por cambiar nuestros hábitos a cambio de mejorar nuestra salud.

Fuente: zonadiet.com